6/14/2011

Claves para la organización de centros escolares





Uno de los derechos fundamentales de las personas es el acceso a la educación y es la escuela quien se encarga de responder a esta demanda social. En los centros escolares conviven personas, todas ellas distintas, que van a desempeñar un rol dentro de ese contexto y que van a tener mucho que ver con la organización del centro.
Si partimos de la idea de que educar es una tarea colectica y de que la escuela es una organización sumamente compleja llegamos a la conclusión de que es necesaria la estrecha colaboración entre profesores. Claro que, llegar a acuerdos no es una tarea para nada sencilla, habrá diferencia de opiniones y se originarán conflictos, en un centro escolar siempre se vive un clima de conflicto (Fullan, 1896; Bal, 1986; o Fernández, 1990) pero esto no es necesariamente negativo. Le hemos dado un sentido negativo a la palabra conflicto, cuando si lo pensamos detenidamente, es de él de donde surgen las nuevas ideas, las mejoras, las innovaciones.
Estamos hablando de escuela, pero ¿entendemos todos lo mismo cuando la nombramos? Las definiciones que podríamos dar son muchas, unas más completas y otras más parciales (he aquí un conflicto), pero es necesario llegar a una definición común a partir de la cuál comenzar a desarrollar ideas. Así, por tanto, la palabra “escuela” será para nosotros una etiqueta-paraguas que representa el estudio de lo escolar en contextos de educación formales y no formales.
Los centros escolares intentan dar una buena educación a sus alumnos, una educación de calidad, y para ello deben tener en cuenta una serie de variables que harán que esa educación que se da a los alumnos sea de mejor o de peor calidad.
Educar es una tarea compleja que requiere de una organización. Esta organización debe ser constantemente revisada y mejorada. Es importante revisar y actualizar constantemente los objetivos de forma que nos ayuden a desempeñar nuestra labor docente. Para llevar estos objetivos adelante debemos disponer de los recursos necesarios, ya sean funcionales, materiales o personales. Es fundamental también la estructura, es decir, las disposiciones mínimas en las que se articula el funcionamiento del centro: roles, funciones… Esta estructura se soporta en otro de los componentes de los centros escolares, la tecnología que no hace referencia a máquinas e instrumentos sino a las  formas de actuar de un centro, basadas en unos métodos determinados y justificadas mediante análisis. Ya hemos dicho que la escuela es una organización compleja y a eso influye y determina la cultura del centro, otro de los componentes de los centros escolares. La cultura de una sociedad va a determinar cómo va a ser su escuela, cómo se va a organizar, pero además de esa cultura dominante el centro va a poseer su propia cultura dominante y varias subculturas. El sexto y último de los componentes es el entorno que va a ser otro de los factores que influya en la organización.

Todos estos elementos componen un todo, no son independientes sino que un cambio en uno de ellos incide en el resto. Para entender a un determinado centro no podemos estudiar solamente dos de ellos, sino que debemos estudiar el conjunto completo.
La escuela es una organización, si, pero, ¿es igual que el resto? La respuesta es no, la escuela tiene unas características que la diferencian del resto de organizaciones.

La escuela  es una organización que se plantea muchos objetivos y es que se espera de ella que responda a una gran cantidad de demandas. Muchos de estos objetivos son ambiguos por lo que al llevarlos a la práctica cada docente lo hace de una manera distinta y en ocasiones, los objetivos pueden ser incluso contradictorios.
Esta gran cantidad de demandas ocasiona que la escuela deba activar cinco ámbitos de actuación (curricular, de gobierno institucional, administrativo, de recursos humanos, y de los servicios). Ahora, la pregunta es: ¿Tenemos todos la formación necesaria para desempeñar todas estas funciones y tener éxito en ellas, que es lo que se nos exige? El trabajo cooperativo puede ayudar en este aspecto ya que no todas tenemos la misma formación y trabajando de esta forma podríamos recibir lo mejor de cada persona.
Todas estas exigencias obligan a los docentes a recibir una formación continua, pero con ello no es suficiente y hay que trabajar cooperativamente con el resto de compañeros  pero nos encontramos con que muchos docentes no quieren hacerlo ya que conlleva más tiempo y esfuerzo. En ocasiones no lo que se lleva a cabo es una falsa coordinación en la que lo que prima es la jerarquía disfrazada de colaboración y acuerdo.
La evaluación de los resultados escolares  es necesaria y compleja, puede ser externa  o interna y en función de cómo se haga, positiva o negativa. Pero lo que ocurre es que pocas veces se evalúa correctamente debido a las dificultades y costes que atañe. La mayoría de las evaluaciones que se llevan a cabo en los centros  se basan en aspectos burocráticos y formales, no evaluándose los aspectos importantes y quedándose únicamente en un estadio de análisis somero.  De nuevo toma aquí importancia la figura del profesor, dejando en evidencia la importancia de una formación adecuada de los mismos para poder realizar las evaluaciones.
Además, a todos estos factores se le une la falta de hábito y da lugar a un círculo vicioso: “No sé evaluarme y nunca lo he hecho, como no lo he hecho antes no lo hago ahora”. Santos Guerra nos dice que “la escuela es una organización que  pervive independientemente de éxito con sus usuarios”, no saltan las alarmas hasta que no haya consecuencias sobre los profesores y directivos, sabiendo esto, se puede deducir que la evaluación va a dejarse de lado ya que la escuela va a seguir ahí hagan o no hagan la evaluación.
En la escuela se evalúa a los alumnos pero no a los profesores, ¿a qué se debe esto? No se sabe qué hacen los profesores en clase, cómo explican, cómo usan los recursos…
En los centros escolares conviven diferentes formas de entender la educación y organización lo que supone dificultades para llegar a acuerdos. Así, en un centro pueden convivir un enfoque que de mayor importancia a la jerarquía, otro que ponga las necesidades de los individuos por encima de la organización y otro en el que se asuman la organización y normas sin reflexionar sobre ellas, asumiéndolas como legítimas sin análisis alguno.
Una de las quejas que siempre escuchamos de un profesor es la falta de tiempo, el tiempo es un recurso escaso y limitado, de acuerdo, pero si no le sabemos aprovechar, si no nos sabemos organizar será aún más es caso. Esto es lo que les ocurre a una gran mayoría de profesores, dedican mucho tiempo a tareas del ámbito curricular y descuidan el resto.
La escuela es una organización débilmente articulada. El proceso de enseñanza se lleva a cabo de forma individual, en solitario y no tiene referencias externas  para saber si realiza su labor adecuadamente o no. Existen una serie de directrices generales y consensuadas que cada profesor interpreta de una manera distinta, lo lleva a cabo de forma también distinta y tiene unos resultados divergentes. Nadie se preocupa por ver qué ha hecho cada profesor y esto llevado al extremo puede suponer la impunidad peligrosa de algunos docentes.
Los centros escolares tienen una autonomía limitada, no pueden tomar decisiones sobre su organización ya que ésta viene determinada, sólo se dejan a cargo del centro decisiones menores de tipo administrativas. Esta misma situación se puede extrapolar al director de un centro, quien carece de poder real para tomar de decisiones, limitándose a taras burocráticas y formales. Ocurre también que  el actual sistema de elección de director  no favorece la elección de uno competente, no se tienen en cuenta sus aptitudes para el puesto, y en la mayoría de los casos nadie quiere presentarse al cargo. Unas de las pocas formas mediante las cuales el director podrá asegurarse cierto grado de poder será a través de su carisma, actuando como un líder.
Así, la Administración delega  en los centros, pero delega actividades, tareas, no capacidad de acción. El sistema de delegación es insatisfactorio los centros deben realizar diferentes tareas pero sin autoridad, autonomía y capacidad para tomar decisiones.
Actualmente la escuela ha dejado de ser un lugar atractivo para los alumnos. El profesor ha perdido el monopolio del conocimiento que los alumnos pueden obtener de diferentes medios (televisión, Internet…). A esto le debemos sumar el hecho de que estudiar no te asegura un trabajo como en antaño hacia. Pero no podemos buscar el origen de esta falta de atractivo de la escuela fuera, sino que debemos darnos cuenta de que en ocasiones somos nosotros, los profesores, los que no sabemos atraer la atención de los alumnos y responder a las demandas de una sociedad cambiante.
De todas estas características podemos extraer varias conclusiones:

  • La interacción que puede darse entre los distintos elementos de un centro escolar dan lugar a diferentes formas de organización.
Los diferentes elementos que configuran la escuela (entorno, tecnología, relaciones, estructura…) interaccionan entre ellos y condicionan la organización. Si por ejemplo hay una mala relación entre los diferentes docentes del centro, el clima del centro se verá afectado y tendrá como consecuencia la imposibilidad de trabajar de forma cooperativa. La buena relación entre los distintos profesores del centro propiciará formas de organización más colaborativas y participativas mientras que un centro en el que no haya estas buenas relaciones entre docentes se caracterizarán por unas formas de organización más restrictivas e individualistas.
  •  Para cualquier tipo de acción o innovación es necesario tener en cuenta los seis componentes de los centros escolares.
Para introducir un cambio en el centro es necesario hacer una análisis del mismo, descubrir el problemas y sus causas (un problema se soluciona interviniendo en sus causas no en sus efectos). Una vez conocidas las causas hay que plantearse desde que cuál o cuáles de los componentes del centro vamos a actuar (objetivos, recursos, estructura, tecnología, entorno o cultura). Aunque uno de estos elementos sea el que más pese, no debemos olvidarnos del resto porque como hemos dicho, estos elementos están entrelazados y lo que ocurre en uno afecta al resto. Por ejemplo, si nos encontramos con que al analizar los resultados de los alumnos en una prueba relacionada con la informática nos encontramos con que los resultados han sido muy negativos, nos tenemos que preguntar el por qué de tales resultados. Imaginemos que este tema fue impartido por dos profesores distintos, que se repartían las clases.  Uno podrían pensar que la causa está en los alumnos mientras que el otro podría pensar que la causa estaba en él mismo, en que no había sabido transmitir a los alumnos sus conocimientos, pero ¿puede haber habido un mal uso de los recursos?, ¿ha habido algún impedimento para poder realizar las clases con normalidad?,  ¿se han coordinado adecuadamente ambos profesores?, ¿entienden lo que es trabajar de forma colaborativa?
  •  Las escuelas  necesitan establecer  pautas generales que le sirvan de apoyo para llevar a cabo la gestión.


Hemos dicho que los centros tienen que responder a un gran número de demandas sociales lo que hace que tengan que manejar mucha información. Para poder manejar la información de una manera eficaz los centros deben crear instrumentos que les ayuden en su gestión. Junto a esto nos encontramos con que los profesores tenemos poco tiempo lo que nos obliga a elaborar, en muchas ocasiones, con mucha rapidez estos instrumentos, de forma que no resultan tan útiles o competitivos como deberían. Tanto los centros como los mismos docentes deberían dedicar más tiempo a la elaboración de estos instrumentos, no guiados por presiones externas sino animados por crear instrumentos que pueden facilitar la labor docente.
El trabajo cooperativo se erige como una de las claves para desempeñar mejor la labor docente y lograr una mejor organización de centro. Esta forma de trabajo tiene sus pros (compartir responsabilidad, división de tareas, enriquecimiento profesional y personal) y sus contras (una vez dentro del grupo tenemos que respetar las reglas, podemos quedar “silenciados” por el grupo), pero se perfila como la mejor forma de trabajo. A pesar de ello, se siguen entendiendo la educación como una tarea individual de forma que trabajar de manera colabortiva es un reto para la mayoría de los centros. Es necesario que primero cambie esta concepción de la educación para que se pueda trabajar junto al resto de profesores.
Como dicen en el centro, la escuela vive en un “clima de conflicto”. Es irreal pensar en una escuela donde no haya conflicto, se quiere pensar en este tipo de centros porque se siegue manteniendo la idea de que es conflicto es algo negativo. El conflicto no es más que la manifestación de una re las naturalezas de la escuela: en una organización formada, dirigida orientada hacia personas es impensable imaginar un acuerdo total, habrá distintas ideas y distintos intereses y de ellos surgirá el conflicto que dará la oportunidad de dialogar, de ver las opciones de los otros, de debatir, de que nuestras ideas pasen por filtros (puede que nuestra sea buena pero se pueda mejorar aún más y el grupo nos ayude a eso). Una de la razones por las que se sigue viendo el conflicto como algo negativo creo que se debe a que sólo vemos el conflicto cuando es de carácter personal (problema de convivencia entre los alumnos, mala relación entre los profesores), omitiendo el resto de situaciones conflictivas.
Con motivo de estos conflictos el clima de aula y de centro se ven afectados y se ven afectados porque no estamos entrenados  ni acostumbrados a resolverles de la manera adecuada. Como se menciona en el texto a los docentes se nos asigna un rol que conlleva muchas obligaciones para las que no estamos debidamente formados, así pues, nuestra formación inicial es insuficiente.
En el texto también se explica que no se trata de se trata de innovar por innovar, si no que los cambios deben ser necesarios y reflexivos. Hay que constatar un problema o una necesidad, buscar sus causas y sus soluciones para ellos. No se trata de apuntarse a modas (por ejemplo, comprar PDI para el centro porque nos han dado una subvención y muchos centros las tienen).
La evaluación es uno de los temas conflictivos en los centros, ni los profesores están capacitados para hacerlas de forma adecuada ni se muestran dispuestos hacerlas. Poco tiempo y pocas ganas de hacer un esfuerzo extra pueden ser las causas de esta poca disponibilidad. No estamos preparados para hacer evaluaciones y hay un evidente rechazo al cambio  en muchos sectores. Creo que también influyen en las escasas evaluaciones que se hacen las reacciones que los profesores tienen ante ellas, actitudes que suelen oscilar entre el rechazo y la ignorancia de la misma. La realidad es que no nos gusta que nos digan las cosas.  Durante mi período de prácticas mi tutora que era la jefa de estudios habló con los profesores de Música y E. Física por unos conflictos entre los alumnos que no se solucionaban en esas horas de clase y tenía que ser ella la que lo hiciera. Ambos profesores se tomaron  mal la “crítica” de la profesora considerando que ellos hacían bien las cosas y que no había problemas. Esta citación de tensión entre los profesores se extendió durante mis prácticas y escuche comentarios de estos profesores que decían que ella no tenía ni idea de los que pasaba en sus clases. Quizás uno de los problemas de la escuela está ahí, en que se cierra la escuela y no se sabe que hace cada profesor.

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