- Síntesis.
La escuela es una organización compleja y para poder buscar la respuesta a todos los interrogantes que se la plantean no hay que ir al pasado ya que estas respuestas se corresponderán a una determinada realidad social que no es la misma que la de ahora. Nuestra sociedad es sumamente cambiante, estamos sometidos a continuas variaciones y avances y todo esto afecta especialmente a la realidad educativa. Esta realidad se ha visto afectada entre otras cosas por: los flujos migratorios, que suponen la configuración de una nueva cultura; la implantación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, ofreciendo más posibilidades a los alumnos pero con la tarea de tener que ayudar a los alumnos a conservar su propia identidad personal y dotarles de las armas necesarias para protegerse de los medios; y las futura reformas educativas, que se harán pensando en los agentes que contribuyen a su éxito. Que la escuela responda a la realidad social también supone que sea receptiva a los problemas imperantes en ella, que les integre en el aula y se creen nuevas formas de entender la convivencia, nuevos dogmas y nuevas formas de relacionarse con las familias, que ya no se reúnen alrededor de la televisión sino que hoy en día los hogares están plagados de pantallas, delante de los cuales se sientan solos cada uno de los integrantes de la familia.
La dirección es fundamental para el buen funcionamiento de los centros escolares, “Nunca he visto una buena escuela con un mal director ni una mala escuela con un buen director […]” (Hechinger 1990:2). Los estudios demuestran que con una dirección prestigiosa, con empuje y estable, los centros educativos se consolidan y trabajan mejor. Pero a pesar de la importancia que tiene la figura del director dentro del centro y seguramente a consecuencia de ello, no resulta sencillo dar con un modelo idóneo de director, desvirtuándose con el paso del tiempo su importancia y entremezclándose sus funciones con la participación y control social de los centros.
Un buen director será aquel que ejerza de líder, que sea capaz de crear un buen clima de convivencia, que se comunique con el resto del centro y ayude a nacer el sentimiento de pertenencia a todos los miembros del centro educativo, pudiendo lograr así la mayor implicación de todos.
Para TROUT, el director debe encargarse de hacer las cosas más sencillas, de integrar y simplificar. Para poder expresarse de forma simple es necesario el sentido común, entendido como la creencia mayoritaria sobre algo, y el lenguaje.
Teniendo en cuanto todo lo anteriormente expuesto, parece necesario redefinir la función directiva, para así poder poner al frente de los colegios personal capacitado para liderarlos.
Cuestiones:
Cuestiones:
- Fundamentar la necesidad de un liderazgo compartido a partir de los cambios en el escenario educativo.
Los centros escolares, y más específicamente, la dirección, deben hacer frente a los retos planteados por este siglo. Para que un centro educativo, complejo ya de por sí, con un alumnado diverso en valores, cultura, étnias, etc., con unos profesores que deberán repartir su tiempo entre la actualización permanente, la planificación, el seguimiento y la evaluación didáctica, en equipo, de los procesos del centro y, por último, la actividad directa con los alumnos, y a lo que se le sumará el desarrollo de nuevos roles diferentes a los tradicionales (líder social, orientador, asesor familiar…) supone, necesariamente, la dirección por parte de administradores competentes. Pero con estos buenos gestores no sirve, sino que es indispensable y fundamental el liderazgo compartido para poder implicar a los miembros del centro educativo en proyecto de futuro que responda a los ideales y a al forma de trabajar del centro y que además logre crear ilusión entre sus miembros. Un director, por bueno que sea, no se puede encargar solamente él de lograr integrar la diversidad en el centro, de responder a las demandas que se le imponen, a las expectativas de padres, alumnos, profesores y Administración, es necesario el liderazgo compartido, que todos “tiren del carro”, se sientan implicados y valorados en el centro. Y sólo mediante este tipo de dirección se logrará responder a los retos y demandas de nuestra sociedad.
- Describir las estrategias para reducir la complejidad en la organización de centros.
TROUT dice que se debe reducir la complejidad en la organización de centros, yendo a lo sencillo y sin buscar complicaciones. Para lograr esta simplicidad en la organización y expresión son necesarios el sentido común y el lenguaje complejo.
El sentido común es la sabiduría compartida, una verdad obvia para la comunidad que nos ayuda a simplificar las cosas y a funcionar bien. Este sentido común nos sirve para a rebajar los egos, evitar las ilusiones y partir de la realidad, de lo que tenemos diariamente, y también nos sirve para escuchar mejor y ser cautos.
La mayoría de las personas oyen pero no escuchan, podemos procesar hasta quinientas palabras por minuto pero emitimos una media de ciento cincuenta por minuto, es decir, que no usamos todas nuestras capacidades. Además sabemos que las grandes ideas son aquellas que se expresan con un lenguaje sencillo y simple. Lo que ocurre actualmente es que tenemos una gran cantidad de estímulos que nos ofrecen información pero pocos mecanismos para filtrarla y trabajar con ella. Debemos reducir la información, y lo podemos hacer sabiendo que no se puede conocer todo, que hay que priorizar (distinguir entre las cosas que son importantes y las que lo son menos) y delegar (dejar hacer) y se debe despejar el camino para las cosas importantes. Desde la escuela se debe preparar a los alumnos para que sean capaces de trabajar con toda la información, siendo conscientes de que ya los alumnos no acceden al conocimiento, a la información únicamente por los libros de texto.
No se trata de trabajar más sino de hacerlo mejor, la mejora debe ser cualitativa, no cuantitativa.
- Relación con los contenidos del tema y conexión con la realidad de los centros educativos.
A través del análisis de la LOE, fuimos profundizando en los distintos elementos del sistema educativo y uno de ellos fue el del papel del director. La ley concede al director un papel formal y burocrático en el que no tiene poder real de decisión. Como hemos visto en el texto se espera mucho de los directores pero desde mi punto de vista es imposible, tal y como funciona el sistema actual, que el director pueda ser un líder capaz de responder a las necesidades de nuestra sociedad. Pero es que además, para responder a esas necesidades es necesaria una dirección compartida, en la que los profesores del centro están implicados. ¿Cómo va a ser eso posible si con la cantidad de horas de clase y la preparación que las mismas requieren los docentes no cuentan con tiempo para ello?
Jacques Delors sostiene que la eficacia escolar depende mucho del director. Si recae tanta responsabilidad en esta figura será necesario asegurarse de que están correctamente formados para desempeñar el puesto (tanto académicamente como en el plano personal), de que se les presta el apoyo necesario (dirección compartida) y de que la Administración permite que un director tenga esa importancia que Delors le atribuye.
Estas ideas están muy relacionadas con el texto “Propuestas nueva dirección” que ahonda sobre la figura del director y en el que se recogen varias medidas que contribuirían a cambiar el rol del director y a darle las herramientas necesarias para ser un líder.
Como vimos en el tema primero, los directores tienen muy poco poder real y es necesario darles mas autonomía para que pueden desempeñar un cargo significativo, con repercusiones en el centro, pero también es verdad, el poder y la autonomía que se les de a los directores tiene que tener algún límite para no llegar a una situación de abuso de poder, en la que el directo haga y deshaga a su antojo.
Nuestra ley, la LOE, en su preámbulo afirma que la escuela debe responder a las necesidades de la sociedad de hoy, la sociedad del conocimiento, pero la realidad es que la escuela sigue organizada al igual que hace treinta ellos, cumpliendo con las mismas funciones. Noto contradicciones, muchas, entre la ley (el papel) y la práctica educativa (lo que se hace día a día en el aula). En el artículo 132 de la LOE se recogen las responsabilidades del director: ejercer la dirección pedagógica, fomentar la participación de la comunidad educativa, favorecer la convivencia en el centro, impulsar la evaluación interna… así como sus competencias. Analizando estas responsabilidades y competencias y la actuación real de los directores en los centros nos damos cuenta de que no se lleva a cabo lo que dice la ley porque al final la Administración acaba poniendo límites a todas las posibles actuaciones de la dirección de un centro escolar.
No dejo de preguntarme si tanto los directores como el resto de personal docente del centro están tan implicados en el centro como para emprender una serie de medidas innovadoras, una nueva forma de trabajar. Del director la supongo pues ostenta un cargo que así lo sugiere, aunque me queda la duda de todas aquellas personas que están en el cargo o bien porque les ha tocado porque nadie quería presentarse, o porque la dirección de un colegio es uno de los pasos en el camino de un ascenso laboral. Pero cuando pienso en muchos de los profesores, creo que parte de las razones por las que no se implican tanto en el centro es porque va a ser un destino temporal, que probablemente abandonarán al siguiente curso o en unos pocos más. La gente no llega a sentir ese sentido de pertenencia en el centro y no desarrolla ninguno vínculo especial.
El sentido de pertenencia es fundamental para la implicación de los profesores, pero es algo que creo que no se trabaja en la mayoría de los centros. Por la experiencia que yo he tenido durante las prácticas, puedo decir que lo común era que profesores y director hicieran su trabajo por su cuenta y sólo se encontrasen para las reuniones acordadas. Hemos dicho que ese sentimiento de pertenencia debe ser impulsado desde el centro, lo que supone tiempo y trabajo para el director quien además de dar clase tiene que llevar a cabo un gran número de tareas administrativas y burocráticas, ¿cuándo tienen tiempo para emprender las medidas necesarias para lograr este sentimiento de pertenencia? Cuando se fijan el papel y las funciones del director estamos condicionando su práctica futura, por ello, si queremos que el director de un líder, deberemos replantearnos sus tareas y deberes.
Por lo que he podido ver en mis prácticas la figura del director es respetada como autoridad impuesta. No se ha ganado el respeto del resto de compañeros sino que por ocupar ese puesto se le debe tener respeto y creo que ahí reside uno de los problemas. Cuando la autoridad es impuesta no se respeta verdaderamente, es necesario ganarse el respeto del resto de profesores para que las decisiones del director puedan calar en ellos y se puedan incorporar al proyecto que la dirección tenga para el centro. En caso contrario, se acataran las órdenes en público pero luego en privado (cada profesor en su aula) actuará como le parezca o como mucho se resignarán a cumplir con lo establecido pero sin sentirlo ni creer en ello.