La convivencia en los centros escolares y la puesta en práctica de diversos programas han sido unas de las más grandes preocupaciones de la escuela durante el último tiempo. Pese a este interés en torno a la convivencia en los centros, el Ministerio de Educación ha silenciado los últimos datos sobre este tema, recogidos en una encuesta realizada en Secundaria y en la que han participado alumnos, profesores, equipo directivo y padres y madres.
La visión que se suele dar sobre la convivencia en los centros es alarmista cuando en realidad existe una buena convivencia y las acciones que se están llevando a cabo para evitar conflictos y lograr un mejor clima están funcionando eficazmente.
El concepto de convivencia va más allá de la no violencia, está referido a la construcción diaria de relaciones, una buena resolución de conflictos, sentirse integrado…
Tanto alumnos como profesores están contentos con la convivencia en la escuela. La mayoría de los alumnos cuentan con bastantes amigos en el centro y se sienten integrados pero señalan que se debería trabajar más para lograr la cohesión grupal.
Por su parte, la mayoría de los profesores están contentos con su centro y dispuestos a trabajar para mejorar la convivencia en el mismo, tienen buenas relaciones con sus compañeros y se sienten valorados por los alumnos.
Pero a pesar de todos estos buenos resultados, no dejan de existir situaciones problemáticas, casi una cuarta parte de los colectivos anteriores no está de acuerdo con las valoraciones hechas. Algunas de estas situaciones conflictivas son: la escasa relación del profesorado con el entorno, existe un 15% de alumnos que no están a gusto en su centro y se cambiarían si pudieran, un mínimo porcentaje de ellos dice no tener amigos en el centro, la participación de los alumnos en cuanto a gestión y organización del centro es insuficiente, un 15% del profesorado cambiaría de centro o dejaría la profesión, y la presencia de las familias en la escuela se limita la seguimiento académico de los alumnos.
Cuestión: Reflexionar sobre los obstáculos y las condiciones para desarrollar la convivencia: implicaciones en la organización de los centros.
De estos cuatro obstáculos el que más preocupa a los profesores son las conductas disruptivas. Conductas que se producen en las aulas y que dificultan la profesor seguir con su tarea, generan un mal clima de clase y deterioran las relaciones personales entre profesores y alumnos. No se conoce aún la causa real de este problema aunque algunas voces apuntan hacia la permisividad y reclaman más “mano dura” (Uruñuela, 2009), endureciendo los castigos y reforzando el poder del profesorado, para acabar con este tipo de conductas. Esta es una visión simple pues para comprender el problema se debería hacer un análisis más complejo y profundo.
En primer lugar se debe conocer la actitud de los alumnos hacia las enseñanzas que reciben. Los alumnos no se sienten interesados por las clases y algunos de ellos afirman no entender lo que se explica. Estos datos nos permiten afirmar, por tanto, que las conductas disruptivas están provocadas por un problemas más serio y cuya solución pasa por un replanteamiento del currículum en todos sus elementos (objetivos, contenidos, metodología…).
Y en segundo lugar, es necesario tener en cuenta las medidas que adoptan los profesores para terminar con este tipo de conductas. En general suelen reducirse a tres: castigar a copiar o permanecer en un lugar, expulsar del aula avisando a la familia y enviar al alumno a jefatura de estudios. Los profesores se quejan de las normas y sanciones que pueden aplicar pero tampoco proponen soluciones alternativas y que atajen los conflictos buscando soluciones educativas,
El segundo de los obstáculos era el acoso entre iguales también denominado “bullying”. Los datos españoles en este ámbito son mejores que los europeos pero no es algo con lo que conformarse pues existe un 3,8% de alumnos acosados. A pesar de haber maltrato físico, el más común es el verbal y psicológico. Han surgido casos de “ciberbullying” en los que el acoso es virtual, sobre todo a través de redes sociales. Ser diferente al resto es la base común en el maltrato entre iguales; víctimas y acosadores lo son por los mismos motivos: indefensión, ser distinto al resto, llevar nuevo a un centro… La escuela debe enfrentarse a este problema trabajando más el respeto y a valoración de lo diferente y la cohesión de los grupos, debe enseñar a convivir.
La violencia entre los distintos sectores constituye el tercero de los obstáculos. Un 1,5% del profesorado admite haber sido víctima de agresiones verbales y un 0,6% de agresiones físicas. En ocasiones los profesores con sus conductas (gritos, amenazas con suspensos…) ha originado o potenciado este tipo de conductas. También los profesores comentan que han sido tratados ofensivamente por las familias claro que también algunos de ellos reconocen haber dispensado ese mismo trato.
El último de los obstáculos son las justificaciones y los razonamientos que sostienen el empleo de la violencia. Nos encontramos con la violencia reactiva en el alumnado (“pega cuando te golpeen”), el racismo aún persistente y oculto, el sexismo (la mayoría de los acosadores son alumnos del mismo curso), la afirmación de los profesores de que este tipo de conductas se deben a que fuera de la escuela los padres no aplican una buena disciplina a sus hijo y el riesgo que suponen las nuevas tecnologías para los alumnos.
Desde hace ya algún tiempo se ha venido trabajando la convivencia positiva en los centros, hay que seguir en esta línea de trabajo y avanzar hacia nuevos planteamientos. Se debe tener una actitud de tolerancia cero hacia la violencia, se debe integrar en el currículum el trabajo para la convivencia y debe ser un aspecto de trabajo diario en los centros, se deben plantear nuevas normas pues hay una insatisfacción general en torno a ellas, dar mayor protagonismo a los alumnos y pedir a la Administración que desarrolle medidas de refuerzo de la convivencia (dotar a los centros de recursos, a los profesores de formación, desarrollar programas de prevención…). Es fundamental concienciar sobre qué es la violencia y qué supone para la vida de cualquiera: víctima, acosador, espectador… trabajando para acabar con la pasividad que se tiene frente a la violencia.
Hay quienes creen que la solución pasa por reforzar la autoridad del profesor y establecer normas que lleven un control exhaustivo de los alumnos. Frente a este grupo, se sitúa el que quienes creen que lo necesario es lograr el progresivo autocontrol de los alumnos. De cualquier forma, es obvio que esta tarea no se puede enfocar individualmente ni desde una única área sino que estar presente en la organización y el diseño del currículum. Los alumnos deben adquirir habilidades que les permitan vivir en una sociedad democrática siendo democráticos. Los alumnos deben ser los protagonistas y deben aprender participando, dialogando, conviviendo… de forma práctica.
Relación con los contenidos del tema y conexión con la realidad de los centros educativos
La convivencia en los centros escolares está íntimamente ligada con el clima del centro. Creo que entre ellos se produce un feedback. La aparición de conflictos no tiene porque ser negativa, como hemos visto en clase y hemos leído en este y otros textos, los conflictos forman parte de la naturaleza humana, es comprensible, normal y esperable que aparezcan cada día en los centros. Es cierto que los conflictos pueden crear asperezas entre los profesores y los mismos alumnos y eso puede enturbiar las relaciones y por tanto el clima de aula o de centro, pero no tiene porque ser así. Cuantos menos problemas de convivencia haya mejor clima de centro existirá.
Siguiendo con las ideas del tema uno, en el que exponíamos la complejidad de los centros escolares pues como dicen De Miguel (1989) y Sáez (1993:20) en los centros existe “ambigüedad de metas y ambigüedad en su formulación”, también existen “multiplicidad de actuaciones” (Antúnez, 1992) y teniendo en cuenta que nos encontramos en una institución dirigida por personas y para personas es normal que se originen conflictos y estos afecten a la convivencia. Pero como bien apunta el texto, las escuelas deben incorporar a sus programaciones y el propio Ministerio de Educación al currículum, la convivencia como un elemento más a trabajar y a desarrollar. Se trata en “ir más allá de la simple puesta en práctica de medidas específicas, aisladas y puntuales; deben ser planificadas a largo plazo y afectar a la vida general del centro” (OGE, 2008). No sirve con que un profesor de forma individual decida mejorar la convivencia de su aula, esto esta bien pero no es suficiente, es necesario que el Sistema Educativo se integre, que el centro educativo se vuelque con la idea y de que estas actuaciones tengan persistencia en el tiempo. Hablamos de nuevo del trabajo en equipo y de la necesaria colaboración que es necesaria entre profesores. A medida que vamos conociendo más aspectos de la organización de los centros nos vamos dando cuenta de que la cooperación entre profesores es necesaria y fundamental para poder responder a los retos que la nueva sociedad nos plantea día a día.
Por lo que se refiere a los datos del texto me ha llamado mucho la atención el que hace referencia a las relaciones del centro con las familias, que son consideradas de una calidad alta. ¿Cuáles son los criterios para llegar a esta conclusión? Personalmente no estoy de acuerdo con ella, como Pedreira Álvarez comenta en “La comunicación con las familias” las familias parecen ser la asignatura pendiente de la escuela. El papel de los padres es sumamente limitado en el centro, son parte de la comunidad educativa pero permanecen en la periferia.
Sobre las relaciones entre padres y maestros se ha hablado mucho en los medios de comunicación dando de nuevo una visión alarmista y distorsionada de la realidad. En los últimos han aparecido con cierta frecuencia en prensa y televisión noticias sobre padres que han agredido a algún profesor de sus hijos o al director del centro. La idea que le crean a la sociedad es de medio y alarma. La gente se pregunta qué es lo que pasa en los colegio para que haya tanto conflicto. Pero lo mismo ocurre en torno al “bullying”, quizás ahora no tanto, pero hasta hace poco las noticias estaban plagadas de este tipo de noticias, que exageraban la realidad. En las escuelas sigue habiendo acoso entre iguales pero el porcentaje es mucho menor de lo que nos venden los medios de comunicación. ¿A qué se debe este interés por dar una visión tan distorsionada de la escuela?, ¿por qué el Ministerio de Educación retiró de su página web los datos sobre el estudio de la convivencia en los centros? Los resultados eran positivos, lo que lograría acabar o al menos poner en duda las noticias que se han ido extendiendo por prensa sobre la escuela y que han creado de ella una imagen de lugar de conflictos.
Creo que en el texto se da una definición muy acertada de convivencia, pues en ocasiones se sostiene la idea simplista sobre la convivencia reduciéndola a la falta de violencia, pero va mucho más allá. La convivencia consiste en saber resolver conflictos pacíficamente, en saber relacionarse, vivir en sociedad… y es una de las tareas más importantes de la escuela pero a la vez no se la da mucha importancia. Sigo pensando que la escuela se centra demasiado en aspectos académicos, en las áreas de conocimiento establecidas por el curriculum y se dejan asuntos como el de la convivencia a criterio del profesor. El profesor decide como trabajarlo individualmente, así pues, cada profesor hará lo que estime oportuno y en tiempo que pueda. Aquí entra en juego la organización, ¿cuándo va a trabajar un profesor la convivencia? Cada día en el aula, entre los alumnos, se van a originar conflictos que va a habar que resolver para lograr una buena convivencia. Además, se establecen ciertas normas que permiten convivir, es decir, que sin dedicarle un tiempo o actividad específica se trabaja la convivencia pero creo que es necesario darle otro enfoque, como se dice en el texto. Es necesario darle a la convivencia más importancia, que esté incluida en la programación y en las tareas diarias.
Considero fundamental a los alumnos a ser autónomos también para resolver sus conflictos, que aunque no esté delante el profesor sepan solucionar un problema de forma pacífica. Esto está muy ligado a lo de “aprender haciendo”. Demos la oportunidad a los alumnos de hacer las cosas por sí mismos, de probar. Esto le ayudará el futuro pues si ahora no se les da la oportunidad de opinar, argumentar, solucionar un conflicto en el futuro van a tener dificultades para hacerlo. Además recordemos que los alumnos son ciudadanos en formación, pero ciudadanos al fin y al cabo aunque no se les trate como tal. Creo que esta perspectiva es un cambio en sí misma, es más, trabajar en convivencia ya es un cambio (“El reto de la convivencia escolar”).
En el texto se comenta que ante los conflictos las medias que se toman siempre suelen ser las mismas: castigos, amenazas con las notas, expulsiones… ¿Son efectivas? Depende de los casos, pero no parecen tener mucha eficacia pero aun así se siguen empleando seguramente porque los profesores no saben qué hacer ante estas circunstancias. Hemos hablado de la formación continua del profesor a lo largo del curso y en el texto se considera necesario que la Administración forma a los profesores en la resolución de conflictos y en la mejora de la convivencia. Salimos de la facultad sin saber nada al respecto pero llegamos a los centros y nos encontramos con conflictos que debemos solucionar. Si la universidad no nos ha facilitado esta formación lo tendrá que hacer la Administración, hay que ser coherente con lo que se exige, si quieren que logremos una buena convivencia en los centros escolares nos tendrán que dar al menos una formación mínima.
En el primer centro en el que hice las prácticas todas las semanas teníamos una hora de reunión para trabajar la convivencia. Se organizaban pequeños grupos en los que se trabajaban los temas planteados por la CCP y después se llevaban a la reunión de la misma. Hablamos sobre los conflictos del comedor en una de las sesiones y me di cuenta de que algunos profesores ni sabían ni querían saber que era lo que pasaba durante ese tiempo con sus alumnos. El comedor era un foco de conflictos y como tal creo que era necesario intervenir en él pero no vi intenciones por parte de los profesores de hacerlo, demostrando la poca implicación que tenía con sus alumnos y con el centro. Poco compromiso que se transmitía en las reuniones, en las que algunos estaban sólo físicamente pero parecían espectros porque ni participaban. ¿Cómo se puede trabajar la convivencia con profesores que sólo se molestan por solucionar los problemas que surgen en su clase? En mi segundo año de prácticas viví la situación inversa, una tutora que no toleraba el más mínimo problema entre los alumnos y paraba las clases hasta que se solucionase el conflicto. Pero dentro del mismo centro también había profesores que ni siquiera solucionaban los conflictos que se producían en su propia clase.
Síntesis: