Existía la necesidad, para este colectivo de investigadores, de ahondar más sobre la situación de otras “infancias”, que podían padecer situaciones de exclusión social o vulnerabilidad de sus derechos. El estudio se centra así, en la situación de los niños gitanos en el Sistema Educativo, viendo si se respetan sus derechos y qué aspectos hay que mejorar para poder plantear soluciones que acaben con las formas de discriminación descubiertas.
El primer problema con el que se encontraron fue la dificultad para recavar datos precisos porque cada Comunidad organiza los datos de una forma distinta. Unas colocan a los alumnos de etnia gitana en categorías como Educación Compensatoria o Necesidades Educativas Especiales, mientras que otras nos les identifican de forma oficial. En Asturias, donde se realizó este estudio, a los alumnos gitanos se les adscribe en atenciones educativas compensatorias.
Este grupo de investigadores llevó a cabo un estudio cuantitativo y cualitativo de la situación de los menores gitanos en la escuela. En el estudio cuantitativo se utilizaron datos de la Consejería de Educación pero también se recogieron datos en centros de Primaria, Secundaria y de Educación Especial, recopilando información sobre los centros educativos en los que los alumnos estaban, el trabajo que realizaban tanto en el colegio como en el hogar y sobre sus familias y su relación con el centro escolar. El estudio cualitativo se encarga de estudiar los elementos más influyentes en la vida de los alumnos gitanos a través de entrevistas y grupos de discusión.
Desde los años 80 se ha ido normalizando la escolarización de alumnos gitanos en centros públicos, aumentando las matriculaciones. En Asturias los datos recogidos muestran que la Educación Primaria y la Infantil agrupan el 80% de todos los gitanos escolarizados, con casi un 20% matriculado en la ESO. El 90% de los gitanos escolarizados lo están en centros públicos, mientras que el resto lo está en centros privados-concertados. Algo más de la mitad de los alumnos escolarizados están en Primaria, mientras que el 23% está en Infantil. El acceso de alumnos gitanos entre los 0 y 3 años a la escuela es aún un reto. Los datos sobre los niveles postobligatorios son alarmantes pues no alcanzan ni el 1%, no hay ningún gitano en ciclos formativos de grado superior, y sólo algunos siguen su formación en Escuelas Taller.
A pesar de este aumento de la escolarización gitana se ha percibido el aglutinamiento de los alumnos en determinados centros continuando así con la discriminación pues muchos de los alumnos no gitanos abandonan los centros ante tanta presencia gitana.
En la ESO es donde se encuentran las mayores tasas de absentismo y abandono escolar, hecho que les dificulta seguir en el Sistema para avanzar hacia líneas postobligatorias de la educación. La transición entre Primaria y Secundaria es un punto clave, sobre todo para las chicas que se ven muy presionadas para dejar los estudios para continuar con el rol de mujer gitana, forzadas por las familias que desconocen o tienen ideas distorsionadas sobre los institutos y lo que en ellos ocurre.
Fijando la vista en las actuaciones de la escuela, estos investigadores se han percatado de que la concentración de alumnos gitanos en aulas o centros, un currículum que excluye los valores gitanos y la falta de formación de los profesores, son aspectos que dificultan la integración de los gitanos en las aulas. En muchas ocasiones los gitanos se encuentran con una actitud de rechazo por cuestiones étnicas cuando llegan a los centros, además las familias están poco integradas en la escuela y los niños apenas participan en las actividades extraescolares. En general, los profesores tienen pocas expectativas acerca del rendimiento de sus alumnos gitanos, cuando pasan a la ESO están muy desfasados respecto al resto de compañeros, a todas estos inconvenientes para lograr la integración de los gitanos en las aulas debemos incluir la falta de programas que favorezcan la interculturalidad.
Para lograr la igualdad de oportunidades de los alumnos, los centros desarrollan medidas de atención a la diversidad. Algunos centros disponen del PROA (Programa de Refuerzo y Acompañamiento) no dirigido específicamente a gitanos pero que si ayuda a compensar desigualdades.
El porcentaje de alumnos gitanos en Centros de Educación Especial alcanza el 9%, limitando sus posibilidades de acceder a un proceso educativo normalizando, aludiendo a que sus condiciones de vida les afectan y diferencian del resto de alumnos. Se les sitúa a muchos en estos centros no porque tengan problemas relacionados con alguna discapacidad sino por un desfase curricular.
Como conclusión a lo anteriormente expuesto se planten posibles estrategias para lograr la igualdad educativa. Se propone establecer una mayor coordinación entre la Administración y los centros, construir una red de recursos y experiencias que sirva a los profesores como guía, utilizar nuevas formas de trabajo con lo alumnos gitanos, hacer más atractiva a escuela y fomentar relaciones interétnicas adecuadas.
El tema de la integración de los gitanos en la escuela siempre ha sido uno de los asuntos sin resolver, creo que en ocasiones se he dejado de lado y que en el día a día de los centros educativos se olvida. Una muestra de esto la ofrece el texto mostrando que los centros si recogen en el Proyecto Educativo de Centro cuestiones referidas al alumnado gitano pero luego son muy pocos los que incluyen la cultura gitana en su programación. Quizás un posible punto de partida sería este, que los centros trabajasen de forma real con la cultura gitana y que no lo dejasen en el plano teórico.
Me ha llamado la atención las escasas referencias que se hacen a la familia en este estudio. Hemos hablado en temas anteriores de la importancia de abrir al centro al entorno de que los padres conozcan lo que se hace en el aula para que se sientan integrados y vayan tomando parte en actividades y cuestiones del centro, referentes a la educación de sus hijos. ¿Dónde quedan las familias gitanas? ¿Cuál es su papel en la ecuación de sus hijos? Si contrastamos la visión que tienen los padres gitanos sobre la educación y su importancia con el que tienen la mayoría de padres no gitanos se perciben claras diferencias. Para los padres gitanos no parece tan importante que sus hijos no vayan a la escuela, no se implican en las tareas y no tienen la responsabilidad, en muchos casos, de llevar diariamente a sus hijos a la escuela. Es normal que ante esta actitud de los padres los niños no desarrollen ningún gusto por la escuela. Es imprescindible trabajar con las familias porque por mucho que desde el centro se trabaje con los alumnos, en casa los padres no van a continuar con esa línea de trabajo.
En uno de los centros de prácticas en los que estuve había una gran presencia de alumnado gitano, algunos de ellos bastante problemáticos. El centro contaba con la colaboración de un miembro de una asociación gitana para mediar entre familias y centro. Durante las cinco semanas de prácticas, los dos alumnos gitanos de mi clase faltaron más de la mitad de los días, cuando venían no traían los deberos ni los materiales requeridos, la mayoría de los días llegaban tarde y en ocasiones mal aseados. No vi ningún tipo de intervención al respecto, para los profesores sus reiteradas faltas de asistencia eran algo normal. Tampoco vi que los padres se estos niños se acercaran al aula a hablar con la tutora salvo en dos ocasiones: para pedir un juguete que la profesora le había quitado a un alumno como castigo y para recriminar a la tutora que no había cuidado bien de su hija y otra niña la había golpeado. Esto no es más que un ejemplo de lo que se repite en muchos centros, pues cuando yo estuve en la escuela también viví situaciones parecidas con compañeros gitanos.
El principal problemas son las familias y de poco sirve que desde el centro se trabaje con los alumnos si no se hace con las familias. Claro que esta parece una tarea muy compleja porque los padres no se acercan al centro nada más que para dejar a sus hijos y recogerlos. Creo que los padres gitanos tienen aún una idea más distorsionada de lo que pasa en las aulas que el resto de los padres, como leímos en ”La comunicación con las familias” (Pedreira Álvarez, 2003). Aclaro, como se hace en el texto, que generalizar trae sus errores porque metemos a todos en el mismo saco, y está claro que no todas las familias gitanas actúan de la misma manera.
En el texto se hace referencia a las bajas expectativas que tienen los profesores sobre las posibilidades de estos alumnos. Creo que este factor tiene mucha incidencia en la forma de trabajar con los alumnos. Si se espera poco de ellos el profesor no se va a volcar con ellos ni va a pensar en formas distintas para que los alumnos puedan mejorar. Creo que esas bajas expectativas de los profesores están totalmente condicionada por los estereotipos que se manejan sobre los gitanos (“no les gusta trabajar, son unos vagos”, “les gusta mucho la fiesta y la música”). Los profesores en ocasiones no se molestan en conocer a esos alumnos sino que ya sólo por ser gitanos suponen como van a ser y qué van a tener que hacer con ellos. Si por el contrario, el profesor estuviese a la espera, sin presuponer con lo que se va a encontrar, no iba a generarse esas expectativas tan negativas y esto podría tener consecuencias positivas en los alumnos.
En nuestra sociedad hay un rechazo general hacia la etnia gitana. Los miembros de nuestra sociedad mantienen unos estereotipos acerca de los gitanos que le hacen rechazarlos desde el primer instante. Si miramos un poco la sociedad nos daremos cuenta de donde trabajan los gitanos, no te les encuentras en un supermercado trabajando, por ejemplo. Por ser gitanos se les rechaza y se les va excluyendo poco a poco hasta dejarle al margen de la sociedad. Estoy segura de que esto hace que los gitanos desarrollen sus propios prejuicios acerca de la sociedad y que lamentablemente, les son transmitidos a sus hijos que van a las escuelas y se encuentran en una “encrucijada”. Así, los alumnos gitanos llegan a las aulas con determinadas ideas y comportamientos que cochan con los prejuicios del resto de alumnos hacia ellos y este choque puede provocar problemas de convivencia que hagan que el clima escolar no facilite la igualdad en le educación, la integración de los gitanos.
Nuestra sociedad ha avanzado mucho en lo que se refiere al trato hacia la mujer cosa que no se ha producido en la cultura gitana donde la mujer sigue teniendo un papel secundario, a la sombra de los patriarcas y casi condenadas a una vida de cuidado y entrega a la familia. Los padres tiene mucho miedo a lo que pueda pasar en los institutos con sus hijas y este es uno de los motivos por el que muchas chicas no acuden a la ESO. Sería fundamental que se establecieran puentes de unión entre el instituto y la escuela para hacer más sencillo el tránsito de los gitanos de la escuela al instituto y sobre todo para hablar con las familias y tranquilizarlas al respecto. Es importante que las familias se den cuenta de que la mujer tiene tantas capacidades como un varón, de que no es más débil y de que tiene el derecho a estudiar y a seguir formándose para dedicarse a lo que le guste.
El cambio no sólo depende de la escuela sino que también es necesario que se produzca en toda la sociedad. La escuela puede ser la impulsora pero sigue siendo necesario el apoyo y el cambio de la sociedad.