6/01/2011

Teoría y práctica de la Organización Escolar en la vida profesional de un docente concreto




La idea en torno a la cuál se ha organizado toda la ponencia ha sido la siguiente: “Todo docente que se premie profesionalmente ha de construirse una personalidad pedagógica” . Dentro de esta personalidad pedagógica se destacan tres elementos: el currículum líquido,  los materiales de “La aventura de la vida” y la Escuela de Familias.

La personalidad pedagógica no se consigue de hoy para mañana sino que se alcanza después de varios años de experiencia profesional. Cada profesor hace una reconstrucción de su saber, de sus conocimientos; se trata de una reconstrucción seria, sistematizada y poco frecuente que va más allá del tópico “cada maestrillo tiene su librillo”. Esta reconstrucción de la teoría y de la  práctica permite al maestro ser un profesional y ser solvente, lo que no significa que sea capaz de solventar todos y cada uno de los conflictos o problemas a los que se enfrente.
Siempre se ha tachado a Magisterio de ser una carrera sencilla. Sencilla porque se aprueba con más facilidades que el resto de carreras pero es que, si los criterios para aprobar la carrera fuesen de la misma envergadura que lo que nos va a pedir la sociedad, nadie sacaría la carrera. Un ingeniero termina su formación sabiendo como construir un puente para que no se caiga, un maestro debe enfrentarse cada día a nuevas situaciones, a nuevos retos. Estas ideas muestran la falta de comprensión que hay hacia la profesión. Un maestro debe construirse profesionalmente y esto lo logra con el paso de los años, de la facultad solo se sale iniciado.




El docente, que enseña a los demás y se sigue formando a sí mismo, está dentro de una organización. Históricamente esta organización no está pensada para lograr la figura profesional que se viene comentando. Pero el docente no puede rehuir de esa organización sino que tendrá que saber salir adelante y plantearse cuestiones como, ¿qué voy a hacer?, ¿con qué voy a tener que romper?...
El profesor que Rozada plantea necesita atreverse. Atreverse a hacer, atreverse a pensar… Hay que pensar con nuestra propia cabeza, pero no sólo hay que estudiar sino que también hay que hacer cosas que no están establecidas. Debemos aunar práctica y teoría, hacer de nuestras ideas una realidad. Debemos construir una pequeña pedagogía, nuestra pequeña pedagogía.







        Las ideas de los grandes pedagogos no se han llevado a la práctica eso nos hace inferir dos cosas. La primera de ellas es que cada uno de nosotros debe aspirar a ser un modesto pedagogo. Y la segunda de ellas que en el campo de la enseñanza teoría y práctica están separados en pedagogía de segundo orden o conocimiento académico universitario y práctica de segundo orden o enseñanza en la escuela y el instituto. La producción de conocimiento sobre educación no está atenta a lo que ocurre en las aulas sino que se basa en lo escrito y sostenido por otros. Lo que se plantea es que debemos atrevernos a crear conocimientos que nos sirvan para el aula y para poder generarlos será necesario estudiar, reflexionar y hacer cosas, es decir, llevarlo a la práctica.





Dentro de los elementos de esta “pequeña pedagogía” está el currículum líquido. En contraposición a esta metáfora está el currículum sólido, aquél que cree que puede casar todo y en el que tenemos unas áreas de conocimiento, unos temas transversales, unas competencias…Podríamos comparar este currículum con el cubo de Rubik, en el que todas las partes tienen que encajar perfectamente. Este currículum ha supuesto la burocratización absoluta y formalismo completo, todo en el centro queda recogido y escrito para la tranquilidad de la Administración.


El currículum líquido es una crítica radical al currículum actual, el sólido. Este currículum líquido entiende que debe haber interacción entre los distintos conocimientos y prácticas pero que a la vez debe haber marcas que delimiten las fronteras. Un currículum líquido exige prácticas distintas, una forma distinta de planificar…
El currículum actual está plagado de temario pero hay que enseñar menos para comprender en profundidad porque sino el aprendizaje será superficial. Para profundizar el aprendizaje también es necesario conectar con lo que saben los alumnos y esto tiene que ver con una metodología dialógica, que se puede resumir en convertir la clase en una conversación permanente.

El segundo de los ejemplos de esa “pequeña pedagogía” es el uso de una material en forma de cromos, sobre el tema de la salud y el cuerpo, titulado “La aventura de la vida” . Dado que Rozada y su clase empleaban todos los días media hora para hablar de cualquier tema, usaron  un día a la semana para hablar sobre los mensajes de las tarjetas e ir debatiendo sobre diversas ideas.
El tercero de los ejemplos de esa “pequeña pedagogía” fue la creación de una Escuela de Familias, pues se entiende que las familias son una parte fundamental en la educación de los niños. Rozada entiende además que la escuela debe ser un centro cultural para la comunidad y que para muchos va a ser la mejor ofrenda que les va a hacer esta sociedad.

Desde la Administración y tal y como está organizada la escuela no se favorece la relación con las familias. De forma que los contactos entre profesores y familias se deben al voluntarismo del profesor que intenta buscar un momento libre en el que los padres le puedan visitar.
Concluye Rozada que un buen maestro hay que tener: ideas, coraje (atrevimiento para cambiar las cosas)  y prudencia.



Rozada ha hablado con claridad de las cosas, diciendo lo que pensaba pero siendo siempre “respetuoso” con sus palabras y teniendo en cuenta que a la hora de juzgar hay que ser precavido y no radical.
Los años de experiencia se han dejado ver en la ponencia, tanto en su forma de expresarse como en el elevado volumen de información que nos ha dado. Su mensaje es valioso porque habla desde la experiencia y desde la sabiduría, de algo que él ha hecho y con lo que ha obtenido buenos resultados.
Me ha llamado la atención la sensatez y coherencia con las que ha hablado. Sensatez porque ha expuesto la situación, sin caer el catastrofismos o falsas euforias, y coherencia porque predica con el ejemplo, con lo que él ha hecho a lo largo de su dilatada carrera profesional.

Un planteamiento claro de lo que se quiere explicar es fundamental para situar al público y que este sepa por donde van a transcurrir las cosas.
Puede sonar vacuo, pero sin desmerecer a nadie, cuando te dan la posibilidad de escuchar a alguien que tiene tanta fama y tan buena, las ganas por saber que te quiere contar aumentan.
El apoyo visual siempre es importante pero en este caso sólo ha sido una pequeña guía pues lo importante estaba en lo que Rozada decía y  no en lo que había en la presentación.  Hoy puedo decir que a veces menos es más, con una presentación muy sencilla pero que recogía las ideas claves ha conseguido no centrar nuestra atención en el material pero si en él.
Sus constantes referencias a situaciones reales, alejadas de constructos teóricos bien planteados pero poco reales o cercanos, me han servido para ver inmediatamente la relación entre lo explicado y la realidad. Y esa ha sido una de las cosas que más me ha llamado la atención, todas las ponencias trataban sobre educación pero algunas de ellas parecían alejarse un poco de la práctica, que es lo que a nosotros nos interesa verdaderamente y se quedaban en un plano excesivamente teórico.
Me han gustado sus metáforas  y su forma de expresarse, nos lanzaba una idea y pasaba a otra sino que insistía sobre ella y la daba varias vueltas, como si cada idea fuera una cebolla y él fuera quitándole las capas de una en una.
Moverse por la clase, puede parecer algo banal, pero al menos a mí, me obliga más  a estar atenta a los movimientos del conferenciante y la sensación que tengo cuando están sentados y cuando están en movimiento es complemente distinta.
Otro de los puntos a su favor y que ha atraído nuestra atención ha sido la forma en la que se ha relacionado con el auditorio, no se ha mostrado distante con nosotros, todo lo contrario, incluso en algún momento puntual ha hecho uso del humor. Eso te acerca al conferenciante, pues le sientes más cercano.

El título le siente perfectamente a la ponencia. Elaborar una lista con todos los temas comentados sería una tarea muy larga pues en el discurso de Rozada se han ido colado asuntos que tocan a todos lo miembros del Sistema Educativo: familias, profesores, alumnos, contexto… y desde varios ámbitos: organización, legislación, procesos de enseñanza-aprendizaje. Estoy segura de que no he sido capaz de retener y asimilar toda la información pero ha merecido la pena.
“No son los maestros los que hacen la escuela sino la escuela la que hace a los maestros” (Carlos Lerena). Esta fue una de las citas que más me llamo la atención y que me ha hecho reflexionar. Ahora mismo me estoy formando como maestra pero la escuela ha influido en mí desde que comencé en ella, hace diecisiete años. Desde ese tiempo he ido construyendo una idea de lo que es la escuela, de lo que se hace en ella… no es que a escuela sea algo nuevo para mí desde que comencé la carrera, aunque es cierto que he descubierto aspectos que antes ignoraba. Así, he llegado a este momento con un amplio bagaje acerca de la escuela y pronto estaré en una de ellas, ¿hasta que punto la puedo cambiar? Creo que Rozada tiene razón en afirmar que esta frase sirve para romper con ese idealismo que se cree capaz de cambiar todo en la escuela, aunque en mi opinión es también una afirmación demasiado pesimista. Como maestros debemos ser realistas pero también optimistas. Cada uno nosotros puede aportar algo a la escuela, no vamos ser capaz de transformarla pues es una institución con mucha tradición pero nuestra decisión si es relevante.
Como hemos ido viendo a lo largo del curso, el maestro es una de las piezas fundamentales de este complicado puzzle que es la educación. Un buen profesor, con una formación adecuada y unas ideas claras sobre lo que quiere hacer y cómo lo quiere hacer es la base del éxito. Hasta que punto un maestro logre cambiar la escuela no es lo más relevante. Cada maestro tendrá que preocuparse por cómo enseña, por qué tipo de docente quiere ser y a partir de ahí plantearse su forma de trabajar. A medida que vayamos introduciendo cambios en nuestra propia práctica, nuestra clase, nuestros alumnos, nuestros clima de aula y nosotros mismos. Puede que nuestra forma de trabajo y de entender la escuela se extiendan por el centro y alcancen un nivel más general pero eso dependerá de muchas más condiciones.
Siempre se ha dicho de los profesores que viven bien, que tienen muchas vacaciones... se dice de nosotros, los estudiantes de Magisterio, que somos los más vagos y que apenas tenemos que estudiar. En ocasiones me pregunto porque no habrá más profesores, si es tan fácil… Coincido con Rozada en que nuestra carrera no es una de las más complicadas, lo que no quiere decir que sea regalada, pero lo que viene después, el trabajo en el aula es mucho más difícil de lo que la mayoría se piensa.  Quizás porque no damos a conocer lo que hacemos en el aula se nos valora tan poco. Una posible solución a esto pasa por la apertura del centro a la comunidad de la que hemos hablado  en los diferentes textos. Ser profesor es una tarea complicada, no hay dos días iguales, no hay una fórmula mágica para hacer nada. Me ha gustado mucho el ejemplo que ha puesto del arquitecto. Un arquitecto sabe como hacer puentes y que no se caigan, yo no estoy tan segura de cómo lograr buenos alumnos, de cómo lograr alumnos competentes. Los profesores llevamos a las espaldas una mochila llena de exigencias, la ley pide unas cosas y la sociedad pide otras tantas. Es mucha la responsabilidad que tenemos. Se desprecia la profesión porque realmente no se conoce, la gente sólo imagina lo que hacemos: explicar cosas básicas y mantener el orden. Claro, hay profesores que trabajan en esta línea, pero aun cuando no den mucho de sí y su forma de dar clase o de entender la educación no sea la misma que la nuestra no quiere decir que no hagan mucho mas trabajo. Demos a conocer nuestra labor, superemos ese miedo del que tanto hemos hablado, a ser evaluados y observados, permitamos que la sociedad se cree una opinión sobre nosotros no basándose en ideas heredadas o en suposiciones, sino que esas ideas partan de la realidad.
El tema del currículum siempre ha sido un tema espinoso en la educación. Hay tal cantidad de contenidos a trabajar y tantos objetivos por lograr que al final acabamos siguiendo una enseñanza basada en la adquisición de conceptos y la realización de ejercicios.  El currículum promulga muchas competencias: autonomía, independencia, capacidad crítica, toma de decisiones… Competencias que en la mayoría de la ocasiones se olvidan pues se enfoca la educación de la misma manera que hace veinte años. Seguimos “educando hacia la cabeza” pero no formamos ciudadanos. ¿Cómo es posible que sigamos trabajando de forma tan similar a como se hacía hace años? Cientos de veces hemos dicho que vivimos en la sociedad que más cambia, que nuestro tiempo está acelerado y que nada es estático, pero parece que la educación, que las leyes, los centros y los profesores nos movemos a otros ritmos. No sirve con introducir tecnologías al aula. Las Nuevas tecnologías son herramientas, pero por sí mismas no producen ninguna mejora. Una escuela no cambia por tener más medios tecnológicos; estos medios nos pueden ayudar a mejorar pero la importancia pasa por nosotros.
Si pensamos en nuestras escuelas, nos damos cuenta de que el curriculum se vuelca en la escuela en forma de compartimentos estancos. Cada área trabaja sus objetivos y sus contenidos y no se mezcla con el resto, cada profesor trabaja en su aula y con su grupo de alumnos. Se entiende la educación como una práctica individual.
Hablar. A medida que los alumnos van pasando por el Sistema Educativo se van volviendo mudos, espectadores silenciosos de un “show” protagonizado por el profesor. Teniendo esto en cuenta, me ha parecido muy interesante el trabajo que Rozada hacía con su grupo de alumnos: todos los días se sentaban a hablar de un tema.  De esta forma, los alumnos entendían que en la escuela también podían hablar y participar, que se esperaba de ello eso y que se le valoraba. Con esta forma de trabajo, se trabajan algunas de las competencias exigidas en el currículum: competencia lingüística, social y ciudadana… ¿qué pueden pensar las familias y el resto de compañeros del centro de esta forma de trabajo? Estoy segura que fue una medida criticada. Parece que se entiende la escuela como un lugar para producir, en el que hay que estar constantemente con libro y lápiz en mano, pues no se entiende que se pueda trabajar de otra manera, no se puede aprender de forma alternativa. Cambio y resistencia… las dos caras de una moneda. Trabajar de esta forma probablemente no gusto a todo el mundo, esta resistencia estaría en parte ligada al clima del centro y a la cultura escolar. Si un centro está abierto al cambio y hay un buen clima, es muy probable que este tipo de medidas sean aceptadas, no será así en el caso contrario.
Me llevo de esta ponencia el mensaje de Rozada: que cada uno construyamos nuestra propia pedagogía. Salimos de la facultad con montones de teorías en la cabeza pero sin saber muy bien, en la mayoría de los casos qué es lo que vamos a hacer cuando lleguemos a un aula. Tenemos ideas, sabemos lo que no queremos hacer pero no tenemos nuestro plan organizado, planificado. Una vez que nos incorporemos al trabajo en los centros y ya tengamos una cierta experiencia aun no tendremos nuestra propia pedagogía, tendrán que pasar más años, tendremos que trabajar, vivir, cambiar, leer, probar… mucho más hasta que lleguemos a tener nuestra propia pedagogía.
Un maestro se construye, parte del suelo, más o menos llano, y empieza a cavar para después hacer los cimientos, así poco a poco, va  avanzando en la construcción de ese hogar, y pese a lo que pueda parecer nunca termina. Un maestro nunca deja de formarse, nunca termina de saber, nunca llega a un límite. La formación no se acaba cuando conseguimos la plaza, la plaza no es sino una planta más en nuestro edificio que deberemos construir a lo largo de nuestra carrera profesional.
En la mano de cada uno de nosotros esta la posibilidad de optar por esta pedagogía propia creada por nosotros mismos, o dedicarnos a seguir un camino ya previamente trazado y recorrido por una gran cantidad de profesores. Nunca perdiendo de vista qué tipo de alumnos queremos conseguir y que clase de profesores queremos ser. Dependiendo de las respuestas a estas preguntas y otras muchas más que nos debemos hacer, estaremos sentando las bases de lo que vamos a ser y a hacer.
Quien quiera ser un acomodado, no adaptarse a los tiempos y hacer el mínimo esfuerzo posible se ha equivocado de profesión. Quien quiera esto, quizás deba replantearse su futuro y pensar si va a ser un docente bueno para sus alumnos y si va a estar a la altura de las responsabilidades que se le van a exigir. Quien no quiera trabajar, esforzarse, cooperar, dialogar, compartir, experimentar, cambiar, ayudar, innovar, mejorar… que se baje ya del “carro” porque se ha equivocado de camino.





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